Periodismo científico vs. divulgación: ¿Comunicación o promoción de la ciencia? 

La utilización indistinta de términos que refieren a actividades diferentes, como lo son la divulgación científica y el periodismo científico, sugiere en muchos casos una idea poco clara sobre las verdaderas funciones y objetivos que debe cumplir esta especialidad periodística.

Hay quienes dicen que, cuando no podemos definir o explicar algo de forma sencilla, es porque no lo hemos comprendido realmente. ¿Será éste el caso del periodismo científico, cuyos objetivos y funciones para muchos no parecen estar tan claros? Muy a menudo se utiliza la denominación «divulgación científica» para hacer referencia a esta especialidad periodística, a pesar de que ambos conceptos refieren a actividades distintas: por un lado, la comunicación de la ciencia, y por el otro, su promoción.
Es verdad que la propia denominación «periodismo científico» no gusta a todos, «porque es una denominación anfibológica, que puede llegar a ser interpretada erróneamente como el nombre de una disciplina que estudia el periodismo como una ciencia o como conjunto de tecnologías que tienen como objetivo final la información», como lo afirma Manuel Calvo Hernando en su Manual de Periodismo Científico . Pero, aun reconociendo lo equívoco de la expresión, la misma no plantea un gran problema, puesto que se encuentra ya muy difundida y el significado que por lo general se le asigna es el correcto.
No obstante, sí es importante hacer un llamado de atención frente al uso del término «divulgador científico» como sinónimo de «periodista científico». Calvo Hernando nos brinda una definición de periodismo científico que lo entiende como «una especialización informativa que consiste en divulgar la ciencia y la tecnología a través de los medios de comunicación de masas». Este concepto es absolutamente válido, ya que el término «divulgar», según el Diccionario de la Real Academia Española , significa «publicar, extender, poner algo al alcance del público», lo cual en teoría lo hace perfectamente utilizable tanto para la actividad que realiza un periodista científico, como para la que lleva a cabo un científico que comunica los resultados de su labor al público.
Pero, como ocurre muchas veces, la utilización cotidiana de las palabras no siempre respeta estrictamente su significado original, sino que las va alterando de diferentes formas, en ocasiones dándoles nuevos usos y agregándoles connotaciones. Tal es el caso de «divulgar», denominación que para algunos periodistas hoy en día significa dar a conocer datos, generalmente más atemporales, que no necesariamente son parte de la información novedosa que constituye una noticia.
Así lo entiende el periodista uruguayo Alfonso Lessa al afirmar que, «en el fondo, todo periodista es un divulgador, porque el periodismo implica divulgar; no obstante, es posible que en el periodismo científico esto tenga otra connotación, puesto que se está divulgando conocimiento que no es una mera noticia coyuntural, que pasa en el día, sino que se está haciendo una divulgación cultural y educativa mucho mayor del conocimiento que la que se realiza en el periodismo diario».

Actividades distintas

Hasta aquí no parece haber grandes dificultades. Es que el problema sobreviene con el uso indistinto de los términos «divulgación científica» y «periodismo científico», que se encuentra ya ampliamente difundido en gran parte de la literatura internacional que puede encontrarse sobre el tema.
Aunque presentan muchas similitudes, hay quienes han alertado acerca del hecho de que la divulgación científica y el periodismo científico no son una misma cosa. Son actividades diferentes, en manos de profesionales distintos. Así, algunos explican que debe considerarse a la divulgación científica sólo como a la «actividad de explicación y difusión de los conocimientos especializados, y recién hablar de periodismo científico cuando esta actividad es realizada por periodistas a través de los medios masivos de comunicación», como aclara la periodista y médica argentina Estela Del Pozo .
Es decir, que, mientras que un periodista científico desarrolla su actividad enteramente a través de la prensa escrita, radio, televisión e Internet, un divulgador científico puede llevar adelante su tarea utilizando diversos canales (un museo, por ejemplo, es un ámbito de divulgación científica) que le permitan comunicarse con la sociedad, donde, por supuesto, también se incluye la concesión de entrevistas a periodistas y la utilización de los medios por parte del propio científico, pero siempre en calidad de tal.
Asimismo, otros autores, como Le Lionnais entienden a la divulgación científica como «toda actividad de explicación y difusión de los conocimientos, de la cultura y del pensamiento científico y técnico, con dos condiciones: la primera, que la explicación y la divulgación se hagan fuera del marco de la enseñanza oficial o equivalente; la segunda: que estas explicaciones extra-escolares no tengan como objetivo formar especialistas o perfeccionarlos en su propio campo, puesto que lo que se pretende, por el contrario, es completar la cultura de los especialistas fuera de su especialidad».
La divulgación científica consiste también en difundir entre el público más numeroso posible y menos beneficiado por la cultura, los resultados de la investigación científica y técnica y más generalmente, en el conjunto de productos del pensamiento científico formando mensajes fácilmente asimilables .
Algunos ejemplos clarificadores de divulgación científica que pueden apreciarse en Uruguay son las «Jornadas de puertas abiertas» que llevan a cabo algunas facultades e institutos una vez al año, en las cuales el público accede libremente a las instalaciones universitarias y se entera de lo que allí se hace en materia de producción científica; y la exposición Eureka , que tuvo lugar en 2002 en el Parlamento, donde se exhibieron públicamente los diferentes proyectos de investigación científica que se realizaban en el país en aquel entonces.

Objetivos que se confunden

Además de la utilización de distintos canales de comunicación, y de estar a cargo de profesionales diferentes, las actividades de divulgación científica y periodismo científico presentan otra gran diferencia: los objetivos que persiguen.
Precisamente, en ocasiones el uso indistinto de estas dos denominaciones trae implícita una idea de que el periodismo científico es una actividad que, además de tener que cumplir los objetivos del periodismo (buscar la mayor porción posible de la verdad para hacerla pública, a fin de que las personas sean realmente libres para ejercer de forma plena sus derechos y emitir sus opiniones con fundamentos), debe funcionar como herramienta de promoción de la ciencia y la tecnología, e incluso también como actividad pedagógica.
Existe una idea bastante generalizada -especialmente en los científicos, pero muchas veces también en los periodistas que cubren ciencia- en cuanto a que el periodista tiene una «responsabilidad especial» cuando informa al respecto.
Es decir, que no se cree que la actividad del periodista científico deba limitarse sólo a informar al público, y le asignan al comunicador otros deberes, como el de «promover aquello que considere positivo de la ciencia, difundirlo, culturizar, así como criticar todo aquello que considere criticable en la ciencia, porque la ciencia no es Dios, no es El Bien, sino un instrumento de conocimiento que puede ser mal o bien usado, y el periodista debería reflejar esa realidad», como sostiene Fernando Costa, investigador de Etología, Ecología y Evolución, del Instituto de Investigaciones Biológicas Clemente Estable , de Montevideo.
La autora norteamericana Dorothy Nelkin cuenta el caso de un periodista científico del The New York Times que le aseguró sentirse menos presionado por su director que por la comunidad de la que se ocupa. «Recientemente me han pasado al periodismo político y me siento mucho más libre… Para el periodista científico es muy difícil no pertenecer de algún modo a la comunidad científica», afirmó.
El propio Calvo Hernando , principal impulsor del periodismo científico en Iberoamérica, refiriéndose a uno de los dos objetivos generales de gran alcance en el campo del periodismo científico, habla de la necesidad de promover la ciencia en nuestras sociedades como condición para el incremento generalizado del conocimiento.

Comunicación vs. promoción

Hernán Sorhuet, columnista ambiental del diario El País, de Montevideo, e integrante de la Comisión de Educación y Comunicación de la Unión Mundial para la Naturaleza (UICN) para Uruguay, opina que «resulta muy tentador asignarle al trabajo periodístico algunos de estos objetivos, propios de un divulgador de la ciencia y de la técnica. Es que son éstas etapas tan incipientes del periodismo científico, que no se debería desperdiciar cualquier oportunidad de hacer algo de docencia popular».
Puede sonar maravilloso y «tentador», como dice Sorhuet, desarrollar una profesión que no sólo informe al público, sino que además promocione las diferentes disciplinas, procure su reconocimiento social, determine cuándo algo está bien y cuándo está mal, y que también tape los agujeros de un sistema educativo que no alcanza a todos o que simplemente no funciona de forma correcta. La razón por la cual semejante profesión es inconcebible, la explica el refrán: «el que mucho abarca, poco aprieta».
Imaginemos un periodista especializado en conflictos bélicos, que es enviado a una guerra. ¿Debe ayudar a los soldados heridos que se desangran a su lado? ¿Debe intervenir el periodista cuando ve que algo está mal, como el hecho de que esos soldados estén sufriendo? Claro que no. La forma más saludable de ejercer el periodismo es teniendo siempre presente que su única función es informar. Si el periodista que fue enviado al campo de batalla se dedica a auxiliar a los heridos en vez de hacer su trabajo, ¿qué pasará con toda esa gente que quiere ser informada sobre lo está ocurriendo en dicho conflicto bélico? ¿Quién hará el trabajo del periodista, si éste se dedica a llevar a cabo el trabajo de alguien más?
Comparando con el ejemplo de la guerra, podríamos preguntarnos: ¿qué debe hacer un periodista científico cuando ve que la ciencia y los científicos no son valorados por la sociedad, o cuando ve que el sistema educativo del país está fallando? ¿Acaso debe entonces el periodista convertirse en un promotor de la ciencia para que ésta sea reconocida, o debe el comunicador empezar a cubrir las carencias en la formación académica de las personas? ¿Qué clase de información se le estaría dando al público? ¿Qué calidad tendría la misma, si el periodista además tiene que hacer las veces de profesor de ciencias y promotor de disciplinas impopulares?
Por ello, debemos entender que no es tarea de ningún periodista, cubra el área que cubra, ser herramienta de promoción de nada. Su única función es informar, informar bien. «De lo contrario, ¿cuál sería la diferencia, por ejemplo, entre un periodista que cubre ambiente y un ambientalista, entre un periodista que cubre educación y un profesor o maestro?», cuestiona la periodista Cristina Canoura, editora de Salud, Ambiente, Ciencia y Técnica, del semanario Búsqueda, de Montevideo.
Quizá uno de los mayores problemas que acarrea el hecho de mezclar ambas actividades -la divulgación científica y el periodismo científico-, e incluso considerarlas como si fueran una sola, es que, dado que los objetivos que persiguen no son los mismos, muchas veces los enormes esfuerzos que se realizan para estimular el desarrollo del periodismo científico, cuando no inútiles, resultan al menos un gran desperdicio de tiempo y dinero.
1 CALVO HERNANDO, Manuel. 1997. Manual de periodismo científico. Barcelona: Bosch
2 CALVO HERNANDO, Manuel. 1997. Manual de periodismo científico. Barcelona: Bosch
3 Tomado de la edición electrónica 2001 del Diccionario de la Real Academia Española, disponible en Internet: http:\\www.rae.es
4 Periodista conductor del programa «Ciencia Activa», en el canal municipal Tevé Ciudad de Montevideo, Uruguay.
5 DEL POZO, Estela. Divulgación científica: ¿Asignatura pendiente? En: Asociación de Médicos Municipales de la ciudad de Buenos Aires [online]. 2000. [citado 6 Agosto de 2001]. Disponible en Internet: <http://www.medicos-municipales.org.ar/titu31000.htm>
6 En AVOGADRO, Marisa. Comunicar la ciencia: un periodismo de proyección al 2000. En: Periodismo Científico. 6 (29): p8, 1999.
7 AVOGADRO, Marisa. Comunicar la ciencia: un periodismo de proyección al 2000. En: Periodismo Científico. 6 (29): p8, 1999.
8 La exposición «E(ur)eka: Innovación, Ciencia y Tecnología para crear el Futuro», fue organizada en 2002 por la Universidad de la República, el Poder Legislativo y un grupo de importantes instituciones de Uruguay.
9 El Instituto de Investigaciones Biológicas Clemente Estable, fundado en 1925, es en Uruguay uno de los principales centros de investigación científica. Trabaja en estrecha relación con la facultad de Ciencias y la facultad de Medicina. Desde sus inicios, el Instituto ha funcionado como laboratorio de historia natural de enseñanza primaria, trabajando de forma permanente en el área neurobiológica y las otras áreas de la biología.
10 NELKIN, Dorothy. 1990. La ciencia en el escaparate. Madrid: Fundesco.
11 CALVO HERNANDO, Manuel. 1997. Manual de periodismo científico. Barcelona: Bosch